El otro día, mientras comentaba
con unos amigos la llegada de Pokémon
Rubí Omega y Alfa Zafiro, recordé la decepción que me llevé con Pokémon
X e Y una vez terminado el hype
inicial. Os preguntaréis la razón, ya que la sexta generación es una
de las más innovadoras, principalmente por el uso de una mayor
conectividad gracias al uso de internet, la personalización de nuestro
personaje y el paso definitivo de las dos dimensiones a las tres, tanto en los
exteriores como en el modelado de personajes y Pokémon. Como cabía esperar,
vendió millones de copias en todo el mundo y yo fui uno de esos jugadores que
no pudo esperar y acudió el primer día a comprárselo.
Antes de seguir, aclarar que Pokémon X e Y no me parece un mal juego. Cumple con lo que promete, ya que la
aventura principal es entretenida y la duración se puede alargar hasta el
infinito si queremos capturar todos los Pokémon. Además, el juego administra de
una buena forma la captura al dividir la Pokédex Nacional en tres zonas
diferentes de aproximadamente 150 ejemplares distintos cada una. También,
Ciudad Luminalia se ha convertido en la ciudad más grande de todos los juegos
que han salido, ofreciendo múltiples eventos.
Entonces, ¿cuáles son los puntos
principales que me hicieron ver el juego con otros ojos tras terminarlo? Ni los
diseños de los nuevos Pokémon me parecieron horribles, ni pienso que Rojo/Azul/Amarillo
u Oro/Plata/Cristal son las mejores entregas indiscutibles.
El principal punto de ellos es el
argumento y desarrollo de la aventura. Sé que pedirle a un juego de Pokémon una
historia original y elaborada no es algo importante, ya que no es uno de sus
puntos principales, pero si miramos atrás a sus precursores, Blanco y Negro junto
con sus secuelas, observamos como la historia principal y los personajes del
juego subían el nivel argumental de la serie. La trama estaba elaborada más
lejos del clásico enfrentamiento con el equipo malvado de turno, y lo hacía
gracias a la inclusión de un personaje fundamental, N. Asimismo, nuestros
compañeros de aventura, además de rivales eran también amigos del pueblo a los
que podíamos llamar en cualquier momento y que normalmente podíamos
encontrarnos en cada ciudad o ruta, poseyendo cada uno con sus propias
motivaciones para continuar su viaje. Y ya ni hablemos de los líderes de
gimnasio, que por fin parecían que se inmiscuían en algo más que en el
desarrollo de la trama más allá de los problemas que surgieran en su territorio
–y esto con suerte-. Por último, el juego tenía algún giro argumental más que
interesante cerca del final de la historia. Si bien su secuela no tenía una
trama tan elaborada como la original, continuaba con la buena calidad de Blanco
y Negro.
Pues bien, de repente nos
encontramos en una región prometedora, basada en nuestra vecina Francia,
repleta de historia y elementos propios, que podrían haber sido reflejados en
el juego como Manhattan en Teselia, pero ocurre de una manera más simple e
intermitente. Hasta aquí vale, ya que nos encontramos con palacios
renacentistas, ciudades bellas y el amor por la gastronomía o la moda. El punto
principal es lo inconexa que está la trama principal y su simpleza. Por un lado
tenemos la trama del misterioso hombre gigante, por otro la del equipo malo que
no termina de cuajar demasiado, y por último unos legendarios que no tienen el
protagonismo suficiente en su propia entrega. Vale, los legendarios de Rojo y
Azul tenían menos, pero estamos hablando de una saga que ha ido mejorando este
aspecto, y que se queda corta en X e Y.
Respecto a los personajes, vemos
como aumenta el número de nuestros amigos en la aventura. Al principio suena
prometedor, imaginándonos que tendrán el mismo protagonismo que en los juegos
anteriores, pero el resultado fracasa al desarrollar unos personajes sin un
ápice de personalidad y sin un motivo demasiado claro para afrontar sus
aventuras, con la excepción de nuestro pobre rival, que verá todas sus
esperanzas y deseos tan aplastados por las derrotas ante nosotros que nos
llegará a dar pena y todo. ¿Y los líderes de gimnasio? Vuelven a sus antiguas
andaduras, ya que estarán quietos en el gimnasio esperando a que lleguemos para
vencerles y desaparecer del juego. Quitando la tercera líder del gimnasio, que
tiene más protagonismo, el resto no volverán a vernos más adelante en nuestra
aventura, salvo en el Bastión Batalla donde nos los encontraremos en contadas
ocasiones y sólo podremos luchar contra dos de sus Pokémon, desapareciendo así
las revanchas –que si bien no suelen estar hasta la “expansión”, ya es hora de
que vayan acompañando en la primera versión-.
El anterior punto es la razón
principal de mi queja, pero hay alguna más, como los gráficos. Soy una persona a la que los gráficos le dan igual, pero sufro cuando un
juego en 3D tiene unos gráficos demasiado básicos para lo que se puede lograr,
y más si el desarrollador es un equipo con suficientes medios para lograrlo como
Game Freak. Cuando se pudo ver el primer tráiler del juego –ese en el que las gafas del protagonista
se quedaban atrás mientras se colgaba de una cuerda- no pude evitar acordarme
de Golden Sun: Dark Dawn. Eso sí, con
ese juego no tengo ninguna queja en su apartado gráfico, ya que es un juego de
DS y la pobre portátil no puede ofrecer mucho más. Iluso de mí, pensé que a lo
mejor con el tiempo mejoraba algo. Obviamente me equivoqué y la versión final
no resultó diferente del tráiler inicial -si bien las físicas de las gafas de sol en la gorra ya se habían
arreglado-. El modelado de los diferentes Pokémon me parecen correctos, y creo
que ha sido uno de los aspectos que han tardado más tiempo en realizarse.
Quizás la culpa de esto lo tenga lo bonito que se ven tanto los Pokémon como su
mundo en 2D y que no haya digerido bien el cambio.
Por último, y valga la
redundancia, tenemos el postgame del juego. Si ya la última parte del juego
parece apresurada a partir de la cuarta medalla, o incluso la tercera si nos
ponemos tiquismiquis, tras coronarnos como campeones de Kalos no nos quedan
muchas tareas que hacer si obviamos capturar a los 719 Pokémon. Las nuevas
zonas presentes al terminar la liga que se encontraban en Blanco/Negro o
Diamante/Perla quedan reducidas a una ciudad perdida en la montaña donde
podremos acceder a la Mansión Batalla, una versión descafeinada de los Frentes
de Batalla ya instalados desde la tercera generación, y a la zona
Safari de cuyo tamaño y Pokémon dependerá el número de amigos registrados en
nuestra 3DS, algo que haría desaparecer nuestro querido Correo Nintendo al lograr
que todo el mundo agregase a cualquier persona anónima, incluyendo a gente que
pensó que sería gracioso mandar fotos subidas de tono a menores. No pido que
podamos visitar regiones de ediciones anteriores, pero un par de ciudades y
pueblos con alguna ruta que las una siempre es de agradecer.
Si bien todas estas razones
puedan oscurecer el resultado final del juego, hay que tener en cuenta que al
fin y al cabo es mi opinión personal, y a otra persona le habrán gustado más o
menos otros aspectos diferentes. Estas razones no hicieron que no disfrutara
del juego, ya que de hecho estuve enganchado una buena temporada jugando con
amigos e intentando completar la Pokédex Nacional. La intención de esta entrada
es dar un toque de atención sobre como los juegos deberían seguir evolucionando sin
dejar de lado aspectos ya consolidados en sus entregas previas. Aun así, si
todavía no has jugado a Pokémon X e Y, sigo recomendándolo para disfrutar de
un juego entretenido que te enganchará lo suficiente hasta que tengas tu
siguiente dosis de Pokémon con el remake de la tercera generación.
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