Entras, eliges servidor, te registras, y entras. Fácil y
sencillo.
Vale, empieza lo complicado. Te saltas el tutorial, empiezas
en una ciudad que no sabes muy bien dónde se encuentra y tienes que decidir una
clase. Juegas con tu hermano, así que un acolyte
siempre viene bien para jugar en equipo y poder curar a tus compañeros. Y ahora,
¿qué le subes?
Las estadísticas están ahí, pero no sabes bien que es lo que
necesitas subir para tu personaje. ¿Inteligencia y destreza? Matas porings,
intentas matar una crisálida que se convierte de repente en una mariposa y te
mata. Vuelta a comenzar. Te sientas en Prontera, la ciudad dónde se encuentran
la mayor parte de los jugadores. Preguntas una duda, pero no parecen tener
interés en responder. Sin embargo, alguien se para y resuelve tus problemas. Ahora
empiezas a subirte habilidades prestando atención a sus descripciones. ¿Cuál
servirá y cuál no? ¿Mace Mastery? No
tiene pinta. Sigues matando porings, ahora de otro color. Vas a unas
alcantarillas, a un nido de hormigas y a una mina abandonada. Te mata un bicho
que corre mucho y que no sabes lo que es. Vuelves, un tipo con pintas de tener
bastante nivel te pregunta si lo has visto, le dices que sí y al rato observas
como sale un letrero de MVP encima del vencedor.
Ya tienes nivel 50 de job. Toca elegir. ¿Monk o priest? Te conviertes en un sacerdote. Buscas otros jugadores para
seguir explorando zonas. Se enganchan también algunos amigos al juego.
Descubres nuevas zonas y ciudades, y la música y las misiones te sumergen en
Rune-Midgard. Pasas por una fábrica de juguetes y por mesetas inundadas de
flores que te atacan cuando te acercas. Las palabras que más escuchas son “resu please”, “dopas/buffs por favor” y de vez en cuando un “gracias”. Te invitan a una guild, donde está jugando tu hermano y
te llevas también a tus amigos.
Y ahí empieza realmente tu aventura. Te lo tomas más en
serio, conoces gente de países diferentes y os ayudáis entre todos. Ya no hace
falta buscar gente para subir de nivel pasando tiempo con un chat abierto en
una ciudad. Te registras en el foro de la guild y escribes en él. Sigues
entrenando a la vez que te conectas simplemente para estar sentado en un rincón
de Prontera a hablar con el resto del equipo. Ya no avanzas individualmente, la
guild también te preocupa y progresa con la ayuda de todos.
Sigues avanzando. Pasas por pirámides, pasadizos subterráneos
y por una cueva helada. Preguntas si hay alguien disponible para matar majourus
–majos para los amigos-. Y así sigues subiendo de nivel, conociendo más gente e
intentando comprender la famosa War of
Emperium. Vale, hay 5 castillos en un mapa y hay que romper el Emperium
situado en lo más profundo de la fortaleza, consiguiendo echar a todo el mundo
para quedártelo tú a defenderlo. Formas alianzas, forjas pactos con otros
enemigos e intentas conquistar el castillo. Se decide ir y probar suerte, pero
te matan de un golpe. Vuelves a entrar, y sin darte cuenta te encuentras
congelado sin poder hacer nada. Descubres que no todo en el juego es matar
bichos y subir de nivel.
Te preparas un equipamiento diferente para esas ocasiones. Por
lo que cuentan hay que conseguir cartas específicas para el equipamiento de las
WoEs. Empiezas a alternar subir nivel
con conseguir armaduras y objetos decentes para aguantar un golpe medio potente
de un enemigo cualquiera. 0.09% no es un porcentaje tan bajo como para
desesperarse, y más si hay ranas y caballitos de mar suficientes para no tardar siglos
en conseguir sus preciadas cartas que te ayudarán a resistir a otros enemigos
humanos y a evitar congelarte. Obtienes esas cartas y más, sigues subiendo de
nivel, conociendo mejor a la gente tanto de tu guild como del servidor y echas
un vistazo también al foro del servidor para enterarte de las noticias, los
piques entre las alianzas o simplemente leer el off
topic.
Casi sin darte cuenta te has plantado en el nivel máximo,
pero ahí no se acaba la aventura. Ahora toca renacer, volver a ser nivel 1 y
convertirte ya no en un priest, sino
en un high priest para poder ayudar
más. Por suerte, cuentas con la ayuda de tus amigos para pasar rápidamente los
niveles más bajos e intermedios, a la vez que tu equipamiento ya no deja tanto
que desear, aunque todavía se puede mejorar. Empiezas a mejorar ese equipamiento, pero como en este juego nada
es simple, existe una posibilidad de romper tu equipamiento cuanto más lo
mejores. Toca conseguir Saint Robe's por un tubo y empezar a romperlas hasta que una pueda llegar a un +7, que a
esas alturas está más que bien. No sólo tú, muchos de los miembros de la guild
se han equipado mejor y han ido cogiendo experiencia. Entras al castillo y ya
no te matan de un golpe, aunque si pasa un grupo bien organizado olvídate de
sobrevivir. Por suerte, existe un castillo libre en el que las guilds pequeñas
pueden pegarse y aprender como conquistar un castillo, aunque no se suelan lograr defenderlo por demasiado tiempo. Y llega por fin el momento en el que
aparece el mensaje en el servidor de que tu guild ha conquistado un castillo.
Aunque lo roben en poco tiempo, ya es un hecho histórico que se merece una
captura y una celebración tras la competición.
Te das cuenta de que ya has aprendido mucho. Ya has vuelto a
tener un nivel alto, y comienzas a explorar las mazmorras avanzadas del juego.
Pero no todo es bonito, y empiezan los problemas con algunos de los compañeros. Tras un tiempo,
tus amigos se van contigo y pasáis un tiempo sin pensar en WoE ni en competición, aunque al final os invitan a una guild
grande, en la que el juego toma un matiz diferente al estar enfocada a poder
ganar. Conoces a otros amigos, sigues mejorando tu forma de jugar y llegas otra
vez al nivel máximo. Las mazmorras avanzadas se han convertido en una rutina, y
te planteas empezar a intentarlo con los MVPs más fuertes del juego,
aprendiendo de tus errores cuando por un fallo fracasa la misión. Pero se
vuelve a intentar y se consigue el
ansiado botín.
La guild se rompe por problemas personales del líder. Se forma
otra y participas ilusionado. Mientras colaboras en nuevos proyectos, sigues
conociendo gente nueva. Ahora tú también puedes ayudar a otros, y ese mapa del
volcán sirve para que entre todos asistáis a los compañeros de nivel más bajo para
que suban de nivel. Se une más gente, se conquistan castillos y se forman
alianzas mientras sigues aprendiendo. Conoces mejor a tus compañeros y sigues
perfeccionando tu equipo, que da la impresión de no ser nunca lo
suficientemente bueno.
Empiezan los rumores de un reset del servidor. Al final no
se hace un reset típico, sino que se abre otro servidor aparte para quien
quiera comenzar de nuevo, pero sin obligar a todo el mundo a volver a empezar.
Casi todo el servidor se apunta a la nueva aventura, y juntos empezamos una
nueva etapa, tan divertida como la primera. Aunque ya no estás perdido como la
primera vez que accedes al servidor, todavía puedes disfrutar de esos primeros
niveles, y ver a todos los jugadores al nivel 1 en el inicio del servidor es
una experiencia única. Se siguen comentando las WoEs, la guild sigue creciendo,
continúan los piques y la mejora individual y en grupo. Se conquistan
mazmorras, MVPs y castillos. Se siguen formando guilds, se rompen otras y se
lucha entre todas en un momento en el que el servidor ha alcanzado un nivel más
que aceptable dentro de su competición.
Tras casi dos años, la gente empieza a cansarse, incluidos
los líderes de algunas guilds que hacen que sus jugadores también noten ese agotamiento.
Algunos amigos empiezan a dejarlo, y aunque otros afirman rotundamente que no
se van a ir a otro servidor ni a abandonar, comienzan a notar un bajón, que
aderezado con la mala dirección del servidor en algunos aspectos polémicos hace
que se vaya más gente. Decides ir junto con algunos de los pocos compañeros que
quedan a otro servidor, pero ya no es lo mismo. Aunque sigues aprendiendo y cooperando,
te conectas únicamente para conseguir los requisitos semanales para acudir a WoE decentemente y poco más. Ya no hay
un componente social tan claro como antes, y también notas tu cansancio tras
haberle dedicado muchas horas al RO, llegando
al punto en el que te despides de la poca gente que queda conocida y dices adiós
a una etapa de tu vida.
Sin embargo, como bien decía un amigo, “el RO no se deja, sólo se toman unas vacaciones”. De vez en cuando,
sigo uniéndome a algún servidor con algunos de esos amigos para disfrutar y recordar
los viejos tiempos durante una temporada, hasta que te tomas otras vacaciones cada
vez más largas, pero cumpliendo el dicho sobre el juego.