viernes, 30 de noviembre de 2012

El videojuego como arte

 Hoy me  fui a estudiar de buen humor después de haber leído la noticia en la que decían que el MoMa (el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, uno de los más prestigiosos del mundo) había comprado 14 juegos para exponerlos en el museo, algo que irá haciendo progresivamente hasta llegar a unos 40 títulos.
Este hecho es una noticia genial para los amantes de los videojuegos, ya que desde sus orígenes éstos han estado relegados a una segunda posición detrás del cine o la música, a pesar de haber superado en los últimos años las ganancias que generan éstos. La decisión del MoMa abre las puertas a un tema que se venía pidiendo desde hace tiempo, que los videojuegos empiecen a tener una recepción más positiva en la sociedad y de empezar a considerar de una manera seria el videojuego como una obra de arte.
Esta obra pintada por un mono es arte. Los videojuegos no lo son.
Yo soy de la opinión de que un videojuego puede ser perfectamente considerado arte. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el arte es algo totalmente subjetivo, variando dependiendo de cada sociedad, época histórica, etc. Es un concepto que cambia constantemente, por lo tanto aunque un videojuego no entrase en la definición de arte del siglo XIX, podría ser considerado como una obra de gran valor hoy en día.
Un videojuego es capaz de hacernos emocionarnos al contarnos una historia, con guiones equiparables a los del cine o la literatura. Aparte, nos introduce dentro de él, siendo partícipes de su desarrollo durante las horas que nos lleve superarlo –algo que nos puede  ocupar semanas-. Incluso en un juego en el que la historia no sea un punto relevante, sus gráficos pueden ofrecernos imágenes espectaculares, comparables a las de la pintura. Y ya ni hablemos de las experiencias que nos dan  y de como nos influyen y nos hacen reflexionar sobre varios temas –por ejemplo, una amiga me contaba el otro día que se había emocionado con los créditos del Minecraft, un juego que a primera vista resulta de lo más simple-.
La obra anterior del mono tiene claramente más valor artístico que esta imagen.
No obstante, todavía hay mucho camino que avanzar, ya que los videojuegos son constantemente atacados al atribuirles conductas agresivas y al querer controlar el contenido que éstos incluyen. Aunque poco a poco, el videojuego va perdiendo esa dimensión de plataforma creadora de asesinos en potencia y va ganando puntos, convirtiéndose en un soporte más para expresar la creatividad de sus desarrolladores, ganando prestigio internacional –como Miyamoto y su reciente premio Príncipe de Asturias-.

Por lo tanto, esperemos que esta noticia no se quede en algo único y que el videojuego vaya ganando prestigio, no solo como plataforma para expresar las ideas y sentimientos de sus desarrolladores, sino también para que los jugadores puedan experimentar y disfrutar de sus obras. Desde aquí espero que se siga avanzando por esta senda y el resto de la sociedad no se centre únicamente en los aspectos negativos del mundo de los videojuegos.

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